Las plataformas de streaming están transformando profundamente la industria del cine. No solo porque ofrecen a sus usuarios el irresistible panorama de ver una película desde la cama, con el cuerpo cubierto de restos de comida y las retinas a medio freír por pasar tanto tiempo frente al computador, sino también porque sus algoritmos son tremendamente eficientes a la hora de captar nichos y ofrecer obras que en una sala de cine serían un estrepitoso fracaso comercial.
Así nacen obras como Host, que reventó las redes sociales en las semanas posteriores a su estreno por tratarse de una película realizada íntegramente a través de la plataforma de videoconferencias Zoom.
Ambientada en plena pandemia de Coronavirus, la cinta cuenta la historia de un grupo de amigas que realiza una sesión de espiritismo online que pronto se sale de control, dejándolas desprotegidas ante el ataque de una poco amigable presencia demoniaca.
Hasta ahí la propuesta suena como el hoyo. Pero la verdad es que Host, contra todo pronóstico, funciona más o menos bien.
Antes que nada, hay que decir que la película nace de una broma que el director Rob Savage hizo a sus amigos durante una reunión por Zoom y que se volvió viral rápidamente. Host es una especie de extensión de esa broma: las mismas personas que protagonizaron el viral dan vida a los personajes de la película.
Quizás por lo mismo, Host se siente a ratos más como un experimento realizado por un grupo de amigos que como una película propiamente tal. Esto se debe también a su duración de poco más de cincuenta minutos, lo que hace que la cinta no llegue a hacerse pesada en ningún momento, pero también contribuye a producir esa sensación de estar viendo un cortometraje demasiado largo.
En todo caso, el principal atractivo de Host es su formato de videollamada. Contrario a lo que podríamos creer, esto no se trata (únicamente) de un barato gancho comercial: todas las herramientas que ofrece Zoom están integradas en la película de las maneras más originales. Los filtros, los fondos de pantalla, el panel de control e incluso la ventana ofreciendo servicio premium tienen un propósito narrativo.
Por lo mismo, Host debe ser vista en un computador para resultar totalmente efectiva. En ese sentido es parecida a productos como Black Mirror: Bandersnatch o Death, Love + Robots, que también exploraban los límites del formato streaming con resultados dispares.
Mientras Charlie Brooker ofrecía al espectador la posibilidad de elegir el destino del protagonista y David Fincher se pasaba por la raja cualquier pretensión narrativa para mostrar pequeñas cápsulas de pura acción lisérgica, aquí Rob Savage aprovecha la cuarentena (y por ende la imposibilidad de ir al cine) para entregarnos una cinta que imita la pantalla de un computador y así sumergirnos en su historia.
Esa es la mayor fortaleza de la película. Sí, puede que sea barata y dependa en gran parte de los screamers. Sí, puede que el final parezca sacado de un mal video de fantasmas de YouTube. Sí, puede que los personajes tomen decisiones terriblemente weonas solo para hacer avanzar la trama. Pero los trucos y artificios de Rob Savage son tan creativos que sin duda despertarán una sonrisa a ese pequeño Sam Raimi que todo fanático del cine de terror lleva en su interior.